Hollywood podrá cantar una vez más la maravillosa 'California Dreaming' del gran John Philips de los 'Mamas and the Papas'. No lloverá en Hollywood Boulevard a las dos de la tarde, once de la noche española, en el momento que empiezan a llegar los coches kilométricos y las estrellas, semi-estrellas e invitados que aparecen por una alfombra roja que este año tiene techo de cristal de plástico.
Lo siento, pero no me queda más remedio que contar lo que van a ver ustedes, si es que se atreven, a partir de las dos y media de la mañana del lunes. Sería una impertinencia y un agravio no contarles la verdad, con semejante sacrificio horario.
Además, para eso me he tragado hasta pasadas las once de la noche el ensayo general de la ceremonia, que eran las ocho de la mañana española, en pleno caos que dirige Bruce Cohen, llamado 'milkie' maliciosamente entre bastidores.
Para empezar la ceremonia, aparece Alec Baldwin, que todavía se cree que es el presentador de la gala, como el año pasado. Franco y la Hattaway le descubren, desgraciadamente, que él no es el presentador, que ha pasado su momento.
Tenía curiosidad por saber cuál iba a ser la gran sorpresa que se guarda como secreto en cada ceremonia. Me he deprimido, porque la aparición estelar, el secreto de los secretos, es Billy Crystal. Nadie discute su solvencia como presentador, pero jamás será una estrella sorpresa. ¿Eso es lo que tenía en la guantera Cohen?
El resto de la ceremonia de 195 minutos tiene como traca final a los niños del colegio Staten Island PS 22, los mismos que visitaron Cohen y Anne, el pasado de enero, que cantarán 'Over the rainbow', la canción favorita de los gays, como me contó el gran mimo y amigo de Bowie, Lyndsay Kemp, cuando la canción era el gran motivo de su seductora obra 'Flowers'. Ése es el final de los Oscar 2011.
Me parece buena idea, porque los finales, casi siempre superado el horario previsto, cierran abruptamente la ceremonia, además con el soso Steven Spielberg, que dará una vez más el premio a la mejor película. Spielberg es el embajador monarquía de Hollywood.
En su ambición por ser original y positivo, Cohen se ha inventado una actuación de Celine Dion para evadirse de las típicas imágenes con música melosa, del tono lacrimógeno de los que han desaparecido del celuloide. La Dion cantará el tema de Chaplin, 'Smile'. Por cierto, en el ensayo lo hizo fatal y la versión no me gustó nada. Pero es una buena idea de que los premios irradien positivismo. Es el mensaje de Cohen, en este mundo de ruines.
Cohen debe estar más que enamorado de su madre, porque no entiendo que se le tribute un homenaje especial a la gran cantante Lena Horne, que murió hace casi un año. ¿Por qué? Hale Berry, que es hija de blanco y negro, sobrevalorará un panegírico sobre la Horne, que tuvo el atrevimiento de casarse con un negro. Tampoco entiendo mucho que Hillary Swank sea compañera de Kathryn Bigelow, en la entrega del premio a David Fincher, como mejor director.
La ex-mujer de Cameron tiene el honor de ser la directora de la peor película de los últimos tiempos, que ha ganado un Oscar. No lo digo yo. Lo dicen las estadisticas. Hillary ha aparecido con su novio Jon Campisi y se ha dado cuenta de que llevaba los mismos tacones que la Bigelow. Se han quedado mudas.
También hacia el final, el nostálgico Cohen vuelve a retorcerse con "regresar al futuro", como en la película de Zemeckis. Incluso aparecerán en el escenario los genuinos Michael J. Fox y Christopher Lloyd.
Pero lo que más me ha impresionado es ver a Michael Douglas, como una máscara de la muerte, pero valiente y expeditivo a la hora de ensayar el premio que va a entregar a la mejor actriz de reparto. Creo que a la niña de la nueva T'rue Grit', de los hermanos Coen. Enternecedor.
Cuando vi aparecer a Oprah Winfrey, cada vez más gorda, no daba credito, mi mundo se desplomó. Pero la Oprah está desde hace muchos años obsesionada con los Oscar. Tampoco daba crédito a los exagerados tacones de Cate Blanchet. Ni al chistoso de Tom Hanks, que es otro magnate de la aristocracia de Hollywood.
Fue un desfile, un ensayo de presentadores con estrella, casi sublime. Como ocurre siempre en estos ensayos, un día antes de la garganta seca y los nervios. Al fin y al cabo, Hollywood no deja de ser el circo romano de los gladiadores. Por el escenario del Kodak ensayaron Justin Timbarlake, Sandra Bullock, Mila Kunis, Jeff Bridges y el inevitable Hugh Jackman. Y también Javier Bardem, soso como siempre en estas ocasiones.
Anne Hatteway ¿llegará viva a la ceremonia? Ensayó demacrada y con fallos, en vaqueros y botas largas.
James Franco se había escapado para recibir el premio al mejor actor en los Spirits Awards , que están mas demodés que Pedro Almodóvar. Lo 'indie' es un traje del año pasado. Todo los Indie se ha quedado como reaccionario. Los snobs, por escapar del 'mainstream', y abrazar lo independiente cometen el error de quedarse trasnochados. Es peor de lo que estaban. Y el 'Cisne negro', que ha ganado cuatro 'spirits', es el parangón de lo 'cool' más pasado de moda. Es un 'indie' injustificable.
En cuanto a la barrabasada de los premios 'frikis' de los Razzies, que son más divertidos que los serios Spirits , el hindú Night Shyamalan se ha llevado la peor parte, junto al semental Ahston Kutcher y la petarda Sarah Jessica Parker. Son los premios más divertidos. No hay nada como reírse de uno mismo.
En cuanto a los Oscar, ya saben, a partir de las dos y media de la madrugada de sus relojes, me temo que será una ceremonia aburridamente moderna. Como es ese genio perdido que es 'milkie' Cohen. Ya veremos.
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